
La engañaron y la descubrieron la realidad.
Necesitaba que alguien la dijese te quiero, pero, sobretodo, que ella le correspondiese.
Era alguien que envenenaba sus textos y se ahogaba en música y lágrimas.
Estaba totalmente vacía.
Todos sus pasos habían sido en vano, llegaba el fin. Ni falta haría decir que sus textos tarareaban una melodía de tristeza... Tristeza pixelada.
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