Sabes que la vida
sigue, pero tu te encuentras parada. Miras hacia arriba, hacia abajo y te das
cuenta de que tus pies siguen en la tierra, sigues viva sin vivir, inspiras sin
expirar, ¿será esto la muerte?. No, no lo es, porque aún puedes sentir esa sensación que te hace temblar y tambalearte frenéticamente como las hojas en otoño, cuando se disponen a morir. Siente el silencio corriendo por tus venas. Cada minuto que pasa se clava en tu cabeza, pero el tiempo pasa
lentamente y el dolor es agudo.
Sales corriendo. Ahora eres libre,
huye lo más deprisa que puedas. Y llora sin esperanza y sin fe, sabes que lo más
duro quedó en el ayer...